El esfuerzo y la constancia no son siempre garantía de éxito. Algunos niños que sufren fracaso escolar pueden esconder un trastorno del aprendizaje, como la dislexia o la discalculia, que hagan inútiles sus horas de estudio. ¿Cómo se pueden detectar?
Las dificultades de aprendizaje pueden aparecer desde que el niño se enfrenta a sus primeras enseñanzas, aunque no se suelen diagnosticar hasta los siete años, tal como cuenta Nerea Riveiro, pedagoga infantojuvenil y CEO de @pedagoque (en Instagram).
Es importante destacarlas cuanto antes, pues pueden ir lastrando la evolución académica del niño, además de tener consecuencias sobre su estado emocional y psicológico, ya que el menor cree que no es capaz y no tiene las herramientas necesarias para superar el problema.
Índice del artículo
Toggle¿Cómo se diagnostican los trastornos del aprendizaje?
Hay niños que van mal en el colegio sin que haya ninguna causa que lo justifique. Pueden no estudiar lo suficiente, no prestar atención, no contar con el refuerzo necesario en casa o tener insuficiente motivación.
Pero hay otros que, a pesar del esfuerzo empleado no consiguen buenos resultados. ¿Cómo saber si hay un trastorno del aprendizaje? “El diagnóstico es bastante complejo, ya que se tienen que dar varias cosas a la vez: cumplir criterios diagnósticos, realizar una evaluación psicopedagógica donde valorar y analizar las dificultades del niño, que las dificultades no sean transitorias…”, explica la pedagoga.
El diagnóstico se suele hacer, por tanto, a partir de Primaria, aunque ya estén presenten en la etapa infantil, ya que se considera que en ese momento aún se están desarrollando. Lo fundamental es estar atento al desarrollo académico para detectar cuanto antes las posibles alteraciones y poner remedio de inmediato.
Los trastornos de aprendizaje más frecuentes
Hay tres dificultades del aprendizaje que son las más frecuentes: con la lectura (dislexia), con la escritura (disgrafía) y con las matemáticas (discalculia). De todas ellas, “la que más aparece en la consulta es la dislexia, incluso en niños mayores que tienen bajo rendimiento académico y es más complicado detectarles esta dificultad, ya que han desarrollado mecanismos compensatorios”, destaca Nerea Riveiro.
Por otro lado, hay que hablar de otros trastornos como el TDAH (trastorno por déficit de atención e hiperactividad) que también puede influir sobre el rendimiento académico y conllevar dificultades de este tipo.
¿Cuándo sospechar de un trastorno del aprendizaje?
Además del dato del rendimiento académico, que puede ser más o menos objetivo si se valoran las notas, hay otras señales que pueden indicar a los padres que sus hijos tienen un trastorno del aprendizaje.
Estos son indicios que señala la CEO de @pedagoque:
- Tienen baja autoestima.
- Se bloquean ante tareas que les resultan difíciles.
- Desarrollan conductas disruptivas en el aula o en casa ante las dificultades.
- Gestionan mal su tiempo.
- Rechazan la lectura.
En todo caso, es fundamental que un profesional valore cada caso y las necesidades y características concretas del niño. Ante esta situación, el primer consejo de la experta es que los padres no se alarmen.
“En muchas ocasiones se trata de desmotivación o falta de técnicas de estudio (que también cobran un papel importante en niños con dificultades de aprendizaje). Sin embargo, yo siempre aconsejo que, ante la duda, pidan una valoración psicopedagógica en el centro escolar, especialmente si son niños que se esfuerzan mucho, pero no obtienen los resultados esperados”, advierte.
¿Cómo intervenir en caso de trastornos del aprendizaje?
Si finalmente el niño es diagnosticado de un trastorno del aprendizaje, “será primordial acompañar, cuidar su autoestima y no culpabilizarlo”. Los niños con dificultades del aprendizaje pueden sentirse muy mal hasta el punto de abandonar la formación académica; por eso, hacer un buen abordaje del problema es fundamental.
Si se confirma, desde el centro escolar, la familia recibirá una serie de apoyos, pero, según recomienda la pedagoga, “es fundamental coordinarlos con un apoyo externo que pueda trabajar con ellos directamente sus dificultades”.
La intervención variará en función del problema. Por ejemplo, si el niño tiene dislexia “será fundamental trabajar la comprensión oral, escrita, la expresión, las técnicas de estudio, la conciencia fonológica…”, detalla la experta. En casos como el de la dislexia, el trastorno no desaparece por completo, pero sí se pueden dar herramientas al niño para ayudarlo a convivir con él.
En el caso de un TDAH, “habrá que entrenar los diálogos internos a través de autoinstrucciones, estimular la atención, gestionar la impulsividad…”. Es decir, se trata de trabajar con cada niño y cada dificultad para alejar el fracaso escolar y superar en la medida de los posible el problema.