Higiene del sueño en Pediatría

higiene del sueño

El sueño es una necesidad fisiológica que, en los niños, se encuentra sometida a una lenta maduración y puede ser modificable.

En él influyen  la  genética y otros aspectos prenatales, pero lo que más influye es el establecimiento de rutinas diarias, el tipo de relación-apego y la actitud de los cuidadores frente al sueño.

No hay una única normalidad en cuanto a la duración en horas y patrones de sueño.

Un sueño de mala calidad puede afectar al desarrollo físico, emocional, cognitivo y social de los niños. Puede tener gran impacto sobre la salud, como trastornos del aprendizaje, fallo en el crecimiento y un mayor riesgo de accidentes.

A veces, los niños despiertan de forma fisiológica y nuestro objetivo es conseguir que el niño concilie el sueño nuevamente y solo.

Deben seguir horarios regulares, incluso los fines de semana. Exposición a luz intensa por la mañana que adelanta el sueño. Evitar actividades estimulantes una hora antes de dormir (TV, videojuegos, estudio, móvil, internet…).

 

Es fundamental crear un buen hábito de sueño y para ello:

  • Establecer rutinas desde los primeros meses de vida con un ritual de higiene, alimentación o intercambio afectivo con caricias, arrullos, leer un cuento… antes de acostarle.
  • Acostarles despiertos en su cuna, para que aprendan a dormirse solos.
  • En los primeros meses, el inicio del sueño suele ser activo, con chupeteo, movimientos oculares o emisión de sonidos. Esto es normal y no debe interrumpirse esta fase del sueño acunando al niño.
  • La toma nocturna debe ser más corta y aburrida, sin luz ni otros estímulos. Los niños alimentados con leche materna mantienen las tomas nocturnas por más tiempo que los que se alimentan con fórmulas artificiales. Esto no va a interferir en su patrón de sueño definitivo.
  • Respetar los horarios y rutinas (día y noche), que han de ser similares de un día a otro, incluidos fines de semana y razonables para el niño según su edad, época del año…
  • Colocar en la cuna elementos que le vinculen al sueño, como muñecos, doudous, … garantizando su seguridad y que solo se utilicen para conciliar el sueño.
  • En el primer año, se puede usar el chupete como forma de consuelo.
  • Respetar siestas con horario razonable en los niños pequeños (hasta 3-4 años)
  • El ambiente para dormir debe ser tranquilo, silencioso, oscuro y con agradable temperatura.
  • Hay que transmitir tranquilidad y seguridad al niño. Si le cuesta conciliar el sueño, pensar en lo que aconteció durante el día como causa de su insomnio.
  • En los más mayorcitos, evitar bebidas de cola, chocolate, café o té.
  • No es recomendable la actividad física vigorosa previa a dormir.
  • El uso de la televisión para conciliar el sueño o la exposición de más de dos horas al día a una pantalla, son factores que dificultan el sueño.

El adolescente tiende a retrasar la hora de acostarse aunque tiene mayor necesidad de dormir. Esto puede conllevar irritabilidad, despertar difícil y menor rendimiento académico en las primeras horas de clase.

Se recomienda:

  • Seguir horarios regulares, incluso los fines de semana.
  • Exposición a luz intensa por la mañana que adelanta el sueño.
  • Evitar actividades de alerta una hora antes de dormir (videojuegos, estudio, móvil, internet…). La TV no debe estar en la habitación del adolescente.
  • No consumir estimulantes (cafeína, cola…).
  • Practicar ejercicio físico regularmente.
  • Los padres deben dar ejemplo favoreciendo un ambiente relajado al final de la tarde.

 

Artículo escrito por:

Charo Calvo – Enfermera del Hospital Cabueñes en Gijón

 

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